Quizás la propuesta que ha planteado el presidente de Puertos del Estado, José Llorca, de rebajar las tarifas máximas de las terminales a cambio de un alargamiento de los plazos concesionales hasta un máximo de 50 años sea una solución inteligente para la estiba en España.
El modelo, envuelto en una denuncia de la Comisión Europa, debe evolucionar. Llorca tiene el último recurso del Boletín Oficial del Estado, pero lo lógico es que el intervencionismo de la Administración en el sector se circunscriba a la vigilancia del cumplimiento de la Ley y a alentar diálogo y acuerdos en pro de incrementar la competitividad de los puertos españoles. El transporte marítimo internacional vive en un escenario cambiante.
El poder de negociación de los navieros hoy es enorme. En sólo unas horas pueden cambiar su estrategia de escalas de un país a otro, de un puerto a otro, de una terminal a otra. España tiene que empezar a espabilar. Hoy nuestros costes son caros. Hay sueldos escandalosos en los servicios de la estiba en casi todos los puertos españoles. Y otros servicios, aunque sin llegar al sangrante nivel de la estiba, se mantienen casi en régimen de monopolio.
Hay que abrir la estiba a la competencia. Las autoridades portuarias, con autonomía de gestión de facto, tienen que proceder a abrir concursos para que más empresas puedan operar en las radas españolas.
Pero no sólo con más competencia se deben reducir los costes. ¿Van a lograr las empresas estibadoras españolas negociar buenas manos con los sindicatos de estiba? ¿Va a servir el IV Acuerdo como una ventaja competitiva respecto a la situación anterior? ¿Se puede mantener un modelo intensivo en mano de obra cuando los puertos van camino de la automatización?
Coordinadora, principal sindicato del sector, tiene que hacer más esfuerzos por aumentar la competitividad, pero también las propias estibadoras y el resto de agentes para mejorar los costes de escala de los navieros. Es el gran reto.