La implantación de la ‘Euroviñeta’ en España no tiene vuelta atrás. Es sólo cuestión de tiempo. Decir lo contrario es negar la evidencia y marear la perdiz, como ha hecho en estos dos últimos años el Ejecutivo de Zapatero, que manejaba dos discursos. Uno oficial, de cara a la galería para no soliviantar el ánimo de los transportistas, en contra de esta nueva tasa, y otro, bien distinto, de puertas para adentro ante la necesidad de financiar la mejora y el mantenimiento de las infraestructuras.
El titular de Fomento y flamante Portavoz del Gobierno, José Blanco, tras mantener contra viento y marea su compromiso de no introducir este nuevo ‘peaje’ al transporte por carretera, ahora se desdice y anuncia su implantación a partir de octubre, fecha en la que, previsiblemente, el Consejo Europeo de Transportes aprobará definitivamente esta normativa. El ministro Blanco por fin se ha quitado la careta, aunque, lamentablemente, lo ha hecho de la peor de las maneras: mintiendo en el Congreso. En respuesta a una interpelación del Grupo Popular, Blanco se limitó a recordar que “es una directiva que tenemos que transponer”, ocultando que “deja a cada país la libertad para decidir si introduce o no este tipo de tasas y en qué carreteras”.
Todo lo contrario a lo acontecido hace menos de un año, cuando el Consejo de Transportes sacó adelante la reforma de la Euroviñeta en su reunión del 15 de octubre de 2010. Entonces, Fomento, con los ‘tambores de guerra’ del sector de fondo, emitió una nota de prensa para ‘vender’ su rechazo a esta normativa. En dicho comunicado, Blanco sí recordaba que la propuesta de Bruselas “no obliga a los Estados miembros”. Lo cierto es que, por h o por b, se ha perdido un tiempo precioso para abrir un debate serio con el sector y la demanda de algunos transportistas, que reclamaban que el dinero de la Euroviñeta se destinase a la necesaria reconversión del sector, ha caído en saco roto.