Editorial  | 

Vía libre a las mercancías

Hoy, más que nunca, queda claro que si no hay transporte, entonces sí que el mundo se para

Desde el minuto uno del estado de alarma, con sus aciertos y errores, la prioridad del Ejecutivo ha sido garantizar el tránsito de mercancías, vital para la actividad industrial y la entrega de suministros a la sociedad, además de, como no podía ser de otro modo, proteger la salud de los ciudadanos y paliar, en la medida de lo posible, los efectos económicos y sociales de la crisis del coronavirus. Y el transporte está respondiendo con creces, a pesar de las difíciles condiciones en la que los profesionales de los distintos modos están desarrollando su actividad en esta complicada coyuntura.

De hecho, todas las medidas que se han ido adoptando han ido dirigidas a mantener la actividad de un sector que, por fin, ha visto reconocido su carácter estratégico. Entre otras, se ha flexibilizado la normativa europea de tiempos de conducción y descanso; se acepta la utilización de permisos y certificados oficiales caducados durante la pandemia, ante la imposibilidad de poder realizar la renovación; máxima flexibilidad en el tráfico de vehículos pesados; o se permite el alojamiento en establecimientos hoteleros de trabajadores que realicen trabajos esenciales. La propia CE ha publicado orientaciones prácticas para garantizar la circulación continua de las mercancías en el ámbito de la UE a través de ‘carriles verdes’.

Las actuaciones son de aplaudir, pero aún quedan muchos asuntos de calado pendientes, como la distribución de mascarillas para los profesionales que están poniendo en riesgo su salud; resolver la controversia de quién tiene que realizar la carga y descarga, una eterna batalla entre transportistas y cargadores, que ya estaba encima de la mesa antes del Covid-19; así como asegurar que las ayudas económicas también lleguen a las empresas del sector, que ya están empezando a sufrir en sus carnes la fuerte caída de actividad. Hoy, más que nunca, queda claro que si no hay transporte, entonces sí que el mundo se para.

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