La actual estación de clasificación de vagones multiplica por cinco la superficie de la terminal intermodal madrileña y sólo requeriría una adaptación de sus instalaciones.
La sustitución de la colapsada terminal intermodal de Madrid- Abroñigal por la actual estación de clasificación de vagones de Vicálvaro gana enteros. Esta estación multiplica por cinco la superficie de la actual terminal intermodal y sólo precisaría de una adaptación de sus instalaciones, lo que reduciría los plazos para la sustitución
La colapsada terminal intermodal del Adif de Madrid-Abroñigal empieza a tener los días contados. El Ministerio de Fomento encargó en 2007 un estudio en torno a la remodelación del sistema de transporte ferroviario de mercancías en el entorno de Madrid con el claro objetivo de buscar una alternativa definitiva a la terminal intermodal madrileña, ubicada en pleno corazón de la capital. Este estudio está siendo realizado por la consultora madrileña Equipo de Técnicos en Transporte y Territorio Proyectos (ETT Proyectos), que se adjudicó el correspondiente concurso por un importe de 2 millones de euros, y se espera que vea la luz antes del próximo verano. Este periódico ha podido conocer de fuentes solventes que, actualmente, las alternativas más fiables que se barajan son dos.
La primera conllevaría la construcción de dos nuevas terminales, una situada en el sur de la Comunidad de Madrid y cuyo emplazamiento se da por hecho que sería en Aranjuez, mientras que la otra se ubicaría en el norte de la provincia. La segunda alternativa contemplada pasa por adaptar la actual estación de clasificación de vagones de Vicálvaro y convertirla en una macroterminal de contenedores. Las dos alternativas tienen actualmente posibilidades de convertirse en las elegidas, si bien, según las fuentes consultadas, la opción de Vicálvaro es la que, a priori, mayores ventajas presenta. Nueva terminal En concreto, la estación de clasificación de vagones de Vicálvaro, con sus más de 90 hectáreas de superficie, multiplica casi por cinco el espacio de Abroñigal y su ubicación es idónea, es decir, está cerca del centro y muy próxima a una autovía de circunvalación de gran capacidad (M-45).
La estación requeriría de la mejora de los accesos y de la adaptación a su nueva actividad, como es básicamente la implantación de grúas pórtico y habilitación de áreas de estocaje de contenedores. En cualquier caso, al ser propiedad del Adif, el proceso de adaptación de esta terminal sería rápido y se podría acometer la obra nada más aprobar el proyecto, al tratarse ya de una instalación destinada al uso ferroviario. Así, diversas fuentes estiman que la sustitución de Abroñigal por Vicálvaro no debería representar más allá de dos años de plazo, una vez que se diese el visto bueno correspondiente por parte del Ministerio de Fomento.
Por su parte, la segunda alternativa pasa por la implantación de dos terminales, en el sur y norte de la provincia. Esta segunda opción cuenta con el inconveniente de que el Adif, Renfe y los operadores se verían obligados a acometer un doble esfuerzo, tanto en personal como en servicio, lo que repercutiría en los costes. Además, esta alternativa presenta la desventaja de que, al menos en una de las dos terminales previstas, tener que asumir un proceso de expropiaciones de terreno, estudios medioambientales, etc. Esto retrasaría notablemente el plazo de sustitución de Abroñigal.