Al igual que el ‘Cid Campeador’, la paquetera Transportes Ochoa ha ganado la batalla después de su ‘muerte’. La Audiencia Nacional ha desestimado la demanda de CCOO contra el ERE de la compañía, actualmente en fase de liquidación, que fue aprobado por Empleo a principios del pasado año.
La decisión tiene su miga, ya que la oposición ciega e irresponsable del sindicato a la forzosa reestructuración de Ochoa, ante la fuerte caída de la actividad y de las ventas, hizo saltar por los aires el acuerdo alcanzado entre la paquetera y los bancos para refinanciar su deuda sin acudir al concurso, poniendo en riesgo su viabilidad, como sucedió finalmente.
La sentencia avala la ‘hoja de ruta’ trazada por los accionistas de Transportes Ochoa para tratar de salvar la compañía, pero llega demasiado tarde. La respuesta es obligada: ¿Y ahora qué? Pues bien, no tiene pinta de que vaya a ocurrir nada.
Desde luego, han pasado ya unos cuantos días desde que se conoció el fallo judicial y a la central de Ignacio Fernández Toxo, que mantuvo un comportamiento hostil durante todo el proceso, no se le ha escuchado entonar el ‘mea culpa’, ni parece que vaya a dar la cara ante las cerca de 500 familias que se han quedado en la calle, fruto de esa particular defensa del empleo ejercida por CCOO, sin saber aún a qué respondía su estulta actitud.
Es evidente que los sindicatos, en su concepción original, es decir, la defensa de los intereses de los trabajadores, son necesarios, aunque las organizaciones se lo deberían hacer mirar, porque con este tipo de actuaciones, junto a escándalos varios, como el caso de los ERE, su imagen queda en entredicho.