La inexistencia de unas normas comunes para las restricciones a la circulación que supone la implantación de las Zonas de Bajas Emisiones, obligatorias en las ciudades de más de 50.000 habitantes, trae de cabeza a la última milla.
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La inexistencia de unas normas comunes para las restricciones a la circulación que supone la implantación de las Zonas de Bajas Emisiones, obligatorias en las ciudades de más de 50.000 habitantes, trae de cabeza a la última milla.
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